Cuando los problemas se dan, cada uno de los implicados empieza a tratar que sus justificaciones se vean ante el resto como veraderas para salir del hoyo que han cabado.
Y no ha sido de otra manera, al violar el derecho sobre nuestro territorio por parte de fuerzas externas (FARC-Ejército Colombiano), el presidente Álvaro Uribe ha tratado de presentar una imagen mesiánica con el fin de justificar su atropello con nuestro país; el conflicto mostró sus dos versiones, la de Correa ante su indignación por la falta de compromiso y veracidad por parte de Uribe, y por otra la del mandatario colombiano que con el amparo de Washington una vez más trataron de crear esa figura "salvadora" como contraparte a las decisiones de Chávez y Correa de cerrar sus vínculos internacionales con el vecino país.
Un hecho lamentable sin duda que trata dejarnos inmersos en un conflicto con el cual no tenemos que ver en lo absoluto, pero sin embargo a ello se nos quiere inmiscuir como coautores de un problema que no lo han podido controlar, presentando presuntas pruebas encontradas en el campamento guerrillero.
Todo lo que ha desencadenado este impasse debe ser tratado de manera especial ya que desde ningún punto de vista el presupuesto de nuestro estado debe destinarse con fines bélicos en afán de satisfacer políticas que cierto país piensa mantener a nivel mundial.
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